viernes, 4 de enero de 2013

Inmaculada concepción


Mi colaboración navideña para RAZtudio


Dada la tecnología a la que tenemos acceso, hoy en día la inseminación artificial es una práctica común. Pero por los requerimientos técnicos, dudo mucho que haya sido posible o eficiente hace 2000 años. Comoquiera, el mito cristiano recurre a la leyenda de una inmaculada concepción para dar origen a la encarnación de su deidad: Cristo. Es sentido común considerar que una virgen no podría estar embarazada hace 2000 años. Pero el sentido común suele quebrarse cuando se busca el origen de las cosas. Como, por ejemplo, cuando un niño comienza a preguntar una y otra vez “porqué”, obligando al adulto a irritarse o admitir su propia ignorancia ante lo (aún) inefable.
Dónde un adulto asume que “no sabe”, la religión construye mitos. Generalmente hace deidad a la ignorancia. Así, yo crecí con una irritación característica de cualquier cínico ante la idea de la inmaculada concepción. Me parecía tan solo otra muestra de aquella perversa negación de la sexualidad humana tan propia de la Iglesia. Sin embargo, una tarde, recorriendo un museo, gracias al espacio y el contexto, pude tener una apreciación variada del tema. Frente al cuadro de una virgen con niño, -estando la imagen fuera de una iglesia- pude observarlo con cierta frescura.

Quizás por primera vez en mi vida miraba una ícono cristiano sin todo el repudio que me suelen causar. Incluso pude asociarlo con las imágenes de budas follando tan prominentes en el budismo tántrico; así, considerando el simbolismo de la misma. En las imágenes del budismo tántrico, dos budas follando son la representación de la indivisibilidad de la claridad y la luminosidad de la mente, y el modo en que su interpenetración es un gran regocijo. Contemplando la imagen de la virgen amamantando a su hijo [sic], llegué a la siguiente conclusión: 1) tal ícono y mito precede al cristianismo, y fue, como todos sus símbolos, apropiado de las tradiciones que iban colonizando en su kitsch imperialista.
Sí, de hecho es una de tantas concepciones inmaculadas presentes en tantas tradiciones; y sí, muchas preceden al cristianismo. Por ejemplo: Perseo es hijo de la virgen Danae, la madre del Buda fue preñada por un elefante (obvio sin penetración, dicen), Krishna fue dado a luz por una virginal Devaka, tanto como Horus nació de la virgen Isis, por mencionar solo algunos. Por ello, llegué a la siguiente conclusión: el símbolo de la virgen embarazada es otra manera de representar el origen del universo. ¿Acaso no una virgen embarazada es una manera perfecta de representar la paradoja de porqué hay algo en vez de nada?
Al mirar ese pequeño cuadro concebí [sic] que la virgen con niño es una manera antaña de elucidar sobre el origen del universo o de la vida misma: una paradoja. Es decir, el universo (por así llamarle) no puede surgir de la nada, por que la nada, si es nada, pues no existe y punto. Sin embargo, aquí estamos, ahora mismo, teniendo una experiencia vívida e innegable. Entonces, ¿cómo puede algo tener y carecer un origen al mismo tiempo? El bosón de Higgs es una aproximación a tal misterio, digamos; pero la virgen con niño es una representación antopomorfizada del mismo fenómeno.

Pero la Iglesia ha hecho de esto, para variar, otra representación de su necrofilia platónica bizarra. El gran problema con su (per)versión de la virginidad es que lo toman como algo literal, y no como una representación simbólica. Es un problema de interpretación del que padecen comúnmente. Similar a un psicótico que no comprende que al decirle “buenos días” se le está saludando y se queda considerando si, en efecto, son “buenos” los “días”. Pasa que la solemnidad es mala consejera a la hora de interpretar un símbolo, ya que descarta cualquier ironía o paradoja. De paso hacen de lado la sencilla verdad de que en tiempos antiguos las personas también tenían sentido del humor, y también albureaban.
Entonces terminamos con una suerte de culto a la virginidad, a la negación del cuerpo y su desarrollo sexual pleno, a la exploración de los sentidos. Así a cambio de una representación magnífica de la paradoja de la existencia y el asombro ante este hecho básico, se ofrece un repudio a la experiencia personal y empírica. Exhiben un asco extraño por la generación misma de la vida, a cambio de fantasmas y una eternidad siempre diferida y basada en un código de conducta que dista de cualquier sesgo de criterio propio. Con sus interpretaciones literales, brutas, tantas religiones parecen decretar que no se debe confiar en lo que se percibe de primera mano a través de los sentidos. Rechazan aquel empirismo que ha dado cauce a las ciencias, sí, esas cuyos frutos procuran mejorar y prolongar la vida humana. Y entre cuyos desarrollos se encuentra la posibilidad de la inseminación artificial para quienes llegan a tener problemas de fertilidad. Solo espero que la próxima vez que miren la imagen de una virgen con niño, sepan que nada tiene que ver con la virginidad, sino con la generación y el origen paradójico de este irrepetible instante.




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