jueves, 28 de junio de 2012

spring: a poem about living instead of merely denying death



















Our discontent had run off
and these days were an aimless fire.
Memory barely matter(ed). For 
glory now
understood: history was long
dead.

This is the wild,
we howled.
This is the wild,
we denied.

Weary alas, obliged
to learn,
how brief
incidental gestures, driven
by unassuming grace would
move mountains
sooner than all
the marching, shouting, shooting
and following. For this
was spring. And
disbelief the crowning jewel of radiant minds:
a rose-petaled tattoo,
fading
into that supple breast we
call reality.

This is the wild,
we cried.
This is the wild,
we knew.




















(photos: Peter Garfield, Mobile homes)

domingo, 24 de junio de 2012

Edipo Mex

La columna de Junio para RAZtudio.



Si puedes manipular a Dios, éste deja de ser Dios. Sería, más bien, tu chalán cósmico, quien gracias a mínimos esfuerzos mágicos actúa a tu antojo. Ante tal estupidez, negar la existencia de cualquier Dios, me parece la única forma, incluso, de honrar a algún posible Dios. En la mayoría de los casos, Dios me suena a un concepto rebuscado, vagamente útil para intentar negar cualquier incertidumbre: llámese el origen del mundo, el sentido de las cosas, y , sobre todo, la muerte. Esto se reduce a postular que mientras no puedas explicar algo en base a tu particular y limitada visión del mundo, entonces debe haber un Dios. Dicha falacia se ve así: Tu ignorancia = Dios.

Tales fórmulas de la fe parecen tener poca importancia, hasta que a alguien le sacan los ojos. El pasado 24 de Mayo, María del Carmen Ríos García, le amputó los ojos a su hijo. No fue una intervención quirúrgica o acaso un procedimiento médico. Su hermana (tía de Fernando) sostuvo al niño, mientras ella extrajo los ojos con sus manos. Esto sin anestesia y sin mayor excusa que: no cerró los ojos para rezar. Y estaban rezando para salvar al mundo. Mismo que  (según un sueño de Maricarmen) habría de llegar a su fin, con la visita de Dios y un terremoto, el pasado 28 de Mayo. Aquí seguimos.


Edipo también perdió los ojos; él mismo los extrajo, para lidiar con el desconsuelo (¿culpa?) de haber matado a su padre y follado con su madre. Pero llegó a tal acto de auto-flagelo por enterarse de lo que hizo, más que por haberlo hecho. Al ver sus actos, en retrospectiva, se enjuició y condenó. Es significativo que se haya sacado los ojos, y no los dedos, por ejemplo. Otro factor influyente en esta decisión (si se le puede llamar así), fue el hecho de que un vidente anunció la tragedia con mucha anterioridad. De hecho, es posible que de no ser por la profecía del vidente, Layo nunca hubiese enviado a su hijo lejos de casa. Así, Edipo pudiese haber reconocido a su padre y a su madre, evitando cumplir la profecía. Maricarmen, al querer impedir una tragedia virtual, provocó una tragedia real, por desconocer a su propio hijo ante el llamado de una supuesta deidad.

Esto me remite, desde mi cómoda distancia, al diálogo más importante de toda la trilogía de The Matrix. Primero, la pitonisa (Gloria Foster) le advierte a Neo (Keanu Reeves) que no se preocupe sobre el jarrón que está a punto de romper. Neo rompe el jarrón. Luego, la pitonisa le dice a Neo que lo que realmente va a perturbarlo más tarde, es si habría roto el jarrón aunque ella no le hubiese dicho antes. Ésta resulta, después de tanto rollo, la pregunta más importante de toda la trilogía. La cuestión sobre si la realidad es real o no, resulta infértil en comparación con una discusión sobre la causalidad. Sea o no real el mundo, igual tiene leyes básicas que importan mucho más que su estatus ontológico.


Hablando de leyes: de no ser por la intervención de las autoridades, María del Carmen Ríos García, hubiese, según sus declaraciones, matado, además, a sus otros hijos (uno de 8 años, otro de 10 meses), como ofrenda sacrificial. Ahora, ella y sus parientes --otras 7 personas que participaban en el "rito"-- se encuentran recluidos en el penal de Neza Bordo, donde serán procesados por delito de homicidio calificado en grado de tentativa. Mientras, Fernando se encuentra en terapia intensiva, con el rostro vendado, enterándose, a sus 5 años, que ha perdido la vista gracias a su madre. Y gracias al Dios de su madre.


domingo, 3 de junio de 2012

La ilusión de la voluntad consciente

De mi columna 'Síntomas de una Época', en Pijamasurf.


El hubiera no existe. No hay manera de saber, en retrospectiva, si pudimos tomar decisiones distintas a las que hemos tomado en nuestras vidas. Establecer si en verdad tuvimos una opción, o si estábamos ya determinados a hacer las cosas tal como las hicimos, es imposible. Para probar lo contrario, sería necesario viajar al pasado y tomar una decisión distinta a la que tomamos en dado momento. (Como en la serie Family Guy, cuando Stewie viaja en el tiempo para evitar que Kurt Cobain se mate ofreciéndole helado Hagen Das a cambio de su escopeta [temporada 10, episodio22]). Suponiendo que pudiésemos, por algún tipo de variación cuántica, modificar las reglas de viajar en el tiempo (ya que al alterar una decisión en el pasado dejaríamos de ser quienes fuimos y por ende no habríamos viajado al pasado), aún habría problemas. Aunque viajásemos al pasado, tal momento pasado sería, para nosotros, un momento posterior dentro de la secuencia de eventos en nuestra conciencia; en otras palabras: no hay manera de saber si tenemos voluntad consciente o no.

La sensación de tener una voluntad consciente es algo infranqueable. Pero es eso, una sensación, como la sensación que tenemos al ver un color o beber un refresco. En cierto sentido, la idea de una voluntad consciente, raya en lo que llamamos pensamiento mágico: pensar que tenemos más efecto sobre el mundo del que realmente tenemos. Cómo dicen por ahí: una sobre-estimación de la influencia personal. Recordemos, pues, las tres heridas al narcicismo de la humanidad: 1) Copérnico nos desmiente sobre ser el centro del universo, ya que la Tierra gira alrededor del Sol y no viceversa; 2) Darwin nos sitúa como una especie más entre tantas, en un enredado proceso evolutivo, y no como una especie divina, aparte; 3) Freud demuestra que no somos tan dueños de nuestros actos (o nuestra psique) como pensábamos, ya que nuestras motivaciones suelen ser manifestaciones inconscientes de fuerzas que nos rebasan por mucho.



La hipnosis fue un factor importante en las investigaciones de Freud. Fue uno de los métodos que lo alentaron a intuir que había procesos inconscientes movilizando la conducta. Consideremos, en este tenor, un fenómeno conocido como racionalización post-hipnótica. La racionalización se define como un mecanismo de defensa, donde se ofrecen razones convincentes pero falsas sobre una acción. La racionalización post-hipnótica, refiere a cuando un sujeto hipnotizado es sugestionado a realizar ciertos actos después del trance hipnótico. Usualmente se confiere alguna señal; por ejemplo, cuando suene una campana el sujeto se rascará las pelotas. Después, al escuchar la señal (la campana), el sujeto lleva a cabo la acción pre-establecida (se rasca la pelotas); pero cuando se le pregunta porqué lo hizo, dará una “razón”, ignorando el hecho de la sugestión post-hipnótica (me dio comezón).

En otra línea de experimentos, torno a los procesos cerebrales involucrados en la toma de una decisión, se llegó a una conclusión similar. Al utilizar scanners cerebrales, Benjamin Libet, de la UCSF, y su equipo, notaron que el impulso para llevar a cabo una acción surge, como una carga eléctrica en el cerebro unos 300 milisegundos antes de que ocurra un registro consciente de la decisión. En otras palabras, las decisiones que reconocemos a nivel consciente derivan de procesos cerebrales ya elaborados anteriormente, y no viceversa. ¿Será que luego, parecido al sujeto del experimento post-hipnótico, solo inventamos excusas?

El Dr. Daniel Wegner, profesor de psicología en la universidad de Harvard, propone algunos elementos a considerar en la construcción de lo que él llama La Ilusión de la Voluntad Consciente [The Illusion of Conscious Will, MIT, 2002]. Son tres factores centrales: Consistencia, Exclusividad y Prioridad.  La Consistencia indica que parte de esta ilusión se produce debido a que hay temas afines a la acción en el pensamiento, antes de llevarla a cabo; sumado a que el Yo –como figura gramatical- recurre en esta línea de pensamientos. Por ejemplo: vas a la tienda y compras un cigarro; antes de hacerlo en tu mente hubo pensamientos del tipo: “Se me antoja un cigarro” o “Ya no debería de fumar tanto”. Segundo, la Exclusividad, refiere a que para llegar a la ilusión de la voluntad consciente es necesario ignorar los efectos de otros factores u otras causas para la acción. En este caso: el clima, la adicción a la nicotina, una asociación de un olor con el recuerdo de alguien que conocías que fumaba, la publicidad, etc. Finalmente, Prioridad se refiere a que los pensamientos relacionados a la acción aparecen en la mente poco antes de llevar ésta a cabo. Es decir, que poco antes de ir por un cigarro a la tienda, pasa por tu mente la idea de que fumas o dejas de fumar un cigarro, haciéndote suponer que la acción deriva del pensamiento.

Lo interesante no es si tenemos o no voluntad consciente —las pruebas indican que no—, sino preguntarse ¿por qué tenemos la ilusión de ello? Es decir, ¿para qué sirve esta ilusión? ¿Sería insoportable la vida de otro modo? ¿Ayuda a nuestros procesos de aprendizaje? Poco importa que sea o no una ilusión, de todos modos es parte de nuestra vivencia; si viviésemos en un videojuego, no es tan importante si es o no un videojuego, sino de qué trata y cuáles las reglas del juego. De cualquier forma estamos dentro del juego y no fuera de él: qué más da si es una simulación. Aunque nuestra voluntad consciente sea una ilusión, no por ello dejamos, o dejaremos, de evaluar nuestras (supuestas) opciones en pos de mejores decisiones: aquellas con consecuencias medibles más favorables —ilusorias o no.