jueves, 18 de julio de 2013

el clutch


yo era un Lincoln plateado
tú, una incógnita variable
entre lo inefable y lo hiperpalpable. y
te gusta la gasolina y
la geometría de aquello
que llamas espacio. (ahí
donde brota el contorno indeciso del caracol, la orilla
de tu labio encandilado, el ojo
de la mariposa). Aquel asombro soluble
en esta espesa leche,
cuyas convenciones de la época y los mapas
de evaporación denominan tiempo.

          -tiempo sin vernos
          -tiempo que pasó
                     -que pasé pensando en ti
                                    -pensando en ahora
                                                        -ahorita
                                                        -ahoritita.

mamita. huella de las llantas sobre el pavimento
fresco, candor de luna burlona,
el vaso de tu voz, cristal
quebrado, cortadas que no conocen el mertiolate. Mientras
te muerdes la mano
hecha un nudo,
       
          -dale
dices
          -dale
dices
          -papi
me dices.

yo era un Lincoln plateado
tú un código variable,
entre lo irresoluble y lo hiperpaladeable. Destartalado
brío de caderas fuera de cautiverio. Asientos de piel. Y el verbo
hecho criptograma de una lengua luz,
saliva diamantina. Y sé
que te gusta la gasolina.
Ese químico vapor que todo lo
ilumina. Mi camino lo rondo
con parabrisas roto y
las casetas me hacen los mandados,
la carretera sigue
y yo tengo el pie pesado.