domingo, 3 de junio de 2012

La ilusión de la voluntad consciente

De mi columna 'Síntomas de una Época', en Pijamasurf.


El hubiera no existe. No hay manera de saber, en retrospectiva, si pudimos tomar decisiones distintas a las que hemos tomado en nuestras vidas. Establecer si en verdad tuvimos una opción, o si estábamos ya determinados a hacer las cosas tal como las hicimos, es imposible. Para probar lo contrario, sería necesario viajar al pasado y tomar una decisión distinta a la que tomamos en dado momento. (Como en la serie Family Guy, cuando Stewie viaja en el tiempo para evitar que Kurt Cobain se mate ofreciéndole helado Hagen Das a cambio de su escopeta [temporada 10, episodio22]). Suponiendo que pudiésemos, por algún tipo de variación cuántica, modificar las reglas de viajar en el tiempo (ya que al alterar una decisión en el pasado dejaríamos de ser quienes fuimos y por ende no habríamos viajado al pasado), aún habría problemas. Aunque viajásemos al pasado, tal momento pasado sería, para nosotros, un momento posterior dentro de la secuencia de eventos en nuestra conciencia; en otras palabras: no hay manera de saber si tenemos voluntad consciente o no.

La sensación de tener una voluntad consciente es algo infranqueable. Pero es eso, una sensación, como la sensación que tenemos al ver un color o beber un refresco. En cierto sentido, la idea de una voluntad consciente, raya en lo que llamamos pensamiento mágico: pensar que tenemos más efecto sobre el mundo del que realmente tenemos. Cómo dicen por ahí: una sobre-estimación de la influencia personal. Recordemos, pues, las tres heridas al narcicismo de la humanidad: 1) Copérnico nos desmiente sobre ser el centro del universo, ya que la Tierra gira alrededor del Sol y no viceversa; 2) Darwin nos sitúa como una especie más entre tantas, en un enredado proceso evolutivo, y no como una especie divina, aparte; 3) Freud demuestra que no somos tan dueños de nuestros actos (o nuestra psique) como pensábamos, ya que nuestras motivaciones suelen ser manifestaciones inconscientes de fuerzas que nos rebasan por mucho.



La hipnosis fue un factor importante en las investigaciones de Freud. Fue uno de los métodos que lo alentaron a intuir que había procesos inconscientes movilizando la conducta. Consideremos, en este tenor, un fenómeno conocido como racionalización post-hipnótica. La racionalización se define como un mecanismo de defensa, donde se ofrecen razones convincentes pero falsas sobre una acción. La racionalización post-hipnótica, refiere a cuando un sujeto hipnotizado es sugestionado a realizar ciertos actos después del trance hipnótico. Usualmente se confiere alguna señal; por ejemplo, cuando suene una campana el sujeto se rascará las pelotas. Después, al escuchar la señal (la campana), el sujeto lleva a cabo la acción pre-establecida (se rasca la pelotas); pero cuando se le pregunta porqué lo hizo, dará una “razón”, ignorando el hecho de la sugestión post-hipnótica (me dio comezón).

En otra línea de experimentos, torno a los procesos cerebrales involucrados en la toma de una decisión, se llegó a una conclusión similar. Al utilizar scanners cerebrales, Benjamin Libet, de la UCSF, y su equipo, notaron que el impulso para llevar a cabo una acción surge, como una carga eléctrica en el cerebro unos 300 milisegundos antes de que ocurra un registro consciente de la decisión. En otras palabras, las decisiones que reconocemos a nivel consciente derivan de procesos cerebrales ya elaborados anteriormente, y no viceversa. ¿Será que luego, parecido al sujeto del experimento post-hipnótico, solo inventamos excusas?

El Dr. Daniel Wegner, profesor de psicología en la universidad de Harvard, propone algunos elementos a considerar en la construcción de lo que él llama La Ilusión de la Voluntad Consciente [The Illusion of Conscious Will, MIT, 2002]. Son tres factores centrales: Consistencia, Exclusividad y Prioridad.  La Consistencia indica que parte de esta ilusión se produce debido a que hay temas afines a la acción en el pensamiento, antes de llevarla a cabo; sumado a que el Yo –como figura gramatical- recurre en esta línea de pensamientos. Por ejemplo: vas a la tienda y compras un cigarro; antes de hacerlo en tu mente hubo pensamientos del tipo: “Se me antoja un cigarro” o “Ya no debería de fumar tanto”. Segundo, la Exclusividad, refiere a que para llegar a la ilusión de la voluntad consciente es necesario ignorar los efectos de otros factores u otras causas para la acción. En este caso: el clima, la adicción a la nicotina, una asociación de un olor con el recuerdo de alguien que conocías que fumaba, la publicidad, etc. Finalmente, Prioridad se refiere a que los pensamientos relacionados a la acción aparecen en la mente poco antes de llevar ésta a cabo. Es decir, que poco antes de ir por un cigarro a la tienda, pasa por tu mente la idea de que fumas o dejas de fumar un cigarro, haciéndote suponer que la acción deriva del pensamiento.

Lo interesante no es si tenemos o no voluntad consciente —las pruebas indican que no—, sino preguntarse ¿por qué tenemos la ilusión de ello? Es decir, ¿para qué sirve esta ilusión? ¿Sería insoportable la vida de otro modo? ¿Ayuda a nuestros procesos de aprendizaje? Poco importa que sea o no una ilusión, de todos modos es parte de nuestra vivencia; si viviésemos en un videojuego, no es tan importante si es o no un videojuego, sino de qué trata y cuáles las reglas del juego. De cualquier forma estamos dentro del juego y no fuera de él: qué más da si es una simulación. Aunque nuestra voluntad consciente sea una ilusión, no por ello dejamos, o dejaremos, de evaluar nuestras (supuestas) opciones en pos de mejores decisiones: aquellas con consecuencias medibles más favorables —ilusorias o no.


5 comentarios:

Salvatore dijo...

Un estudio muy interesante de la ilusión de la conciencia, capaz de tomar por sí sola sus decisiones.
Nunca había leído argumentos tan interesantes.
Gracias por compartir estas ideas.

fausto dijo...

Yeah!

Paola dijo...

Hola Fausto:

Chispas...en lo poco que he leído de tus trabajos, me he encontrado con planteamientos provocadores, no sé si sea por tu formación académica o porque tus ideas lo sean. Es como dar cachetadas guajoloteras a quienes se la pasan en la obviedad.

Me resulta estimulante lo que escribes...pero lo cierto es que tu afán de hacer un entramado conceptual entre el psicoanálisis, la filosofía y la cotidianeidad hace compleja la lectura: solo aquella persona que tenga buenos cimientos en los conceptos que expones, te cacha la idea como cuchillo caliente en mantequilla: suavecito, suavecito pasa el conocimiento.

Este ensayo en particular, me colocó en la crítica (indirecta porque no lo refieres como tal) de otra postura psicológica con la cual estoy más familiarizada: la psicología cognitivo-conductual. En ésta se valora altamente la posibilidad de lo que cuestionas: que la acción proviene del pensamiento.

En este orden de ideas, como que golpeaste un punto sensible de lo que todo ser humano busca: tener control sobre la vida y la propia. Fíjate qué impactante puede ser que una persona intenta abandonar creencias sobre la suerte, el destino, etc., trata de aprender un esquema de voluntad consciente y zas1, lee tu ensayo...a eso me refiero con que eres provocador.

Y a todo lo anterior, te preguntaría, ¿qué seguiría al responder la pregunta o preguntas que haces, sobre por qué es importante esa ilusión? ¿Te pasó a tí?...soy muy preguntona, ¿verdad?...

De cualquier modo, es interesante lo que desarrollas, aunque a veces tenga que leerlo varias veces. ¿Expones seguido tus trabajos? Me refiero a si das conferencias sobre lo que escribes, porque en panel, aunque no seas fan de Faulkner, eres más claro.

De antemano gracias por leer mi comentario.

Saludos.
Ma. Paola GG

fausto dijo...

Qué lindo suena eso de las "cachetadas guajoloteras".
Pues, de entrada, y de momento, creo que baste con sostener las preguntas que hace el texto, en vez de salir corriendo en busca de una certeza o un "modo adecuado" de respuesta...
Gracias por el interés. Y sí, claro, hablado es más claro todo (a mi gusto). Conversado, o con la empatía requerida ante la escucha ajena, el contexto, y las inflexiones de la voz, etc...
Por ahora he estado impartiendo talleres de ensayo por el país, daré un curso sobre teoría de la cultura pop, pronto en el 17. Y claro, doy ponencias o conferencias donde me inviten, con todo gusto.
Espero vernos pronto. Saludos.

Paola dijo...

mmm...eso de bastar con sostener las preguntas...me queda claro que a final de cuentas cada quien tendría que respondérselas...tons me quedo con la duda de momento. ;P

¿Y qué es el "17"?...¿eso es aquí en el DF?

De mientras, seguiré leyéndote.

¡Saludos!
MPGG