Resulta imposible delinear con certeza el límite entre el mito y los hechos en la vida de figuras religiosas. Como suele ser el caso de la biografía de cualquier celebridad. Tanto de lo que se dice sobre la vida del Buda (Sakyamuni) nos llega a través de un milenario teléfono descompuesto, donde los sucesos y las fábulas se baten. Por ello, al abordar estas biografías, vale la pena tomarse las cosas con un grano de sal y con tres cucharadas de humor. No sería descabellado considerar que tanto de estas grandes narrativas con el tiempo convertidas en religiones comenzaron, incluso, como simples chistes. Lo que es indudable es que a pesar del tiempo tales anécdotas continúan fungiendo como analogías o parábolas muy eficientes.
Hay quienes prefieren buscar y validar los hechos en tales leyendas, procurando registros históricos y demás. Esto ayuda a poderle otorgar contexto a lo que se cuenta sobre el Buda. Sin embargo, es esencial indagar el sentido personal de estas historias. Como bien dicta aquella máxima: si no es práctico, no es espiritual. Tantos de los sutras comienzan con las palabras 'Esto he oído' (pali; evam me sutam), indicando que: 1) tales textos son un recuento, similar al modo en que Platón cuenta las aventuras argumentativas de Sócrates, y 2) que por ser un chisme (de segunda mano), vale la pena dudar de lo dicho. Es decir: pensarlo por uno mismo en vez de tomarles la palabra.
Las enseñanzas de una figura como el Buda no se reducen a lo que haya vociferado ante una multitud, y que, además, ahora se recuerde textualmente. Mientras que los registros escritos de las enseñanzas ofrecen una probada de lo sucedido, no representan la totalidad de las acciones de un personaje como el Buda. Tales textos sirven, sobre todo, para establecer una autoridad canónica, dando soporte a instituciones y linajes que, por un lado, preservan las enseñanzas ante el paso del tiempo. Por otra parte, sus mitos y textos sirven para validar un orden político particular en la región. Para ello, sus jerarquías suelen descartar la experiencia individual, acumulan, en cambio, seguidores que en vez de investigar la realidad se acomodan con una versión pre-masticada de la misma.
Hay quienes prefieren buscar y validar los hechos en tales leyendas, procurando registros históricos y demás. Esto ayuda a poderle otorgar contexto a lo que se cuenta sobre el Buda. Sin embargo, es esencial indagar el sentido personal de estas historias. Como bien dicta aquella máxima: si no es práctico, no es espiritual. Tantos de los sutras comienzan con las palabras 'Esto he oído' (pali; evam me sutam), indicando que: 1) tales textos son un recuento, similar al modo en que Platón cuenta las aventuras argumentativas de Sócrates, y 2) que por ser un chisme (de segunda mano), vale la pena dudar de lo dicho. Es decir: pensarlo por uno mismo en vez de tomarles la palabra.
Las enseñanzas de una figura como el Buda no se reducen a lo que haya vociferado ante una multitud, y que, además, ahora se recuerde textualmente. Mientras que los registros escritos de las enseñanzas ofrecen una probada de lo sucedido, no representan la totalidad de las acciones de un personaje como el Buda. Tales textos sirven, sobre todo, para establecer una autoridad canónica, dando soporte a instituciones y linajes que, por un lado, preservan las enseñanzas ante el paso del tiempo. Por otra parte, sus mitos y textos sirven para validar un orden político particular en la región. Para ello, sus jerarquías suelen descartar la experiencia individual, acumulan, en cambio, seguidores que en vez de investigar la realidad se acomodan con una versión pre-masticada de la misma.
El otro lado de esta moneda es considerar las instancias donde una figura como el Buda --o alguno de tantos Budas anónimos-- transmitió sus descubrimientos, sin que alguien guardase un registro de ello. La ausencia de un registro escrito no le resta validez o potencia a un suceso. Hay linajes que ni siquiera saben que son linajes, y tampoco importa que lo sean. Pero igual transmiten enseñanzas precisas sobre la naturaleza de la mente y de la realidad. Sería ridículo pensar que solo los budistas tienen algún monopolio sobre las enseñanzas budistas. La realización que el buda logró no fue compartida exclusivamente en situaciones que derivarían en instituciones religiosas.
No niego la importancia que tiene una buena instrucción, en particular ante la infinita capacidad de auto-engaño del ser humano. Pero quedarse a esperar la validación de un linaje, es como pasarse la noche preguntando a la pareja si el acostón estuvo bueno: ¿qué no estuviste presente mientras lo hacían? De esta reflexión me quedo con lo siguiente: 1) eso de la espiritualidad implica cuestionarse honestamente las motivaciones propias, una y otra vez; y 2) ¿cómo diablos sabes que lo que te acaba de decir el imbécil de a lado no es una transmisión del mismísimo Buda? ¿Porque no porta túnicas, no huele a sándalo y tampoco habla como Yoda?