viernes, 6 de enero de 2012

Ignorar es saber

Otra para la Arqueología de la falacia. Argumentum ad ignorantium.




No se puede determinar más allá de cualquier duda que George Bush no sea un marciano reptiliano. Pero la falta de evidencia contundente tampoco basta para determinar que sí lo es. Como dicen, la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia. Las teorías de conspiración, más allá de un breve divertimento para acompañar la ingesta de algún agente psicoactivo, sirven de poco. Pasa que además para los teoristas de la conspiración, ya sean declarados o de closet, cualquier argumento en contra de su teoría se considera, de inmediato, como otra posible parte de la conspiración. De entrada no puedo evitar preguntarme, ¿si en verdad creen en una conspiración tan perversa, cómo llegan a considerarse capaces de develar dicha conspiración? Tendrían que ser muy perceptivos, vamos. Además de que me cuesta trabajo creer en lo grados de genialidad malévola y organización humana que requieren estas conspiraciones, sus teorías suelen estar mal argumentadas.



Un argumento se constituye de premisas que conducen a una conclusión. Ni más ni menos. Algunos argumentos son válidos y otros, nomás no. Para que un argumento sea válido, requiere que las premisas anteriores lo sostengan como tal. De otro modo es una falacia. Todo esto parece muy obvio; pero luego lo obvio, es lo más fácil de confundir. De entre las tantas falacias posibles, una de las favoritas de los conspirófilos es el agrumentum ad ignorantiam (argumento basado en la ignorancia). Como aludí arriba, esta falacia se resume a tomar la ignorancia como evidencia. Es como proponer que el Chupacabras existe solo porque no se ha podido encontrar evidencia conclusiva sobre el depredador de ganado en cuestión. Ahora, es posible, (aunque poco probable) que el Chupacabras exista; pero asegurar que por falta de evidencia contraria debe haber un animal semi-marciano que hipnotiza becerros con su mirada para luego extraerles la sangre, es otra historia. La carencia de pruebas no basta para llegar a una conclusión válida.

Sería algo así:
  • Como no puedes refutar la existencia del Chupacabras
  • Entonces el Chupacabras existe
La fórmula es la siguiente:
  • Como no puedes refutar X
  • Entonces X es verdadero


Lo peor del caso es que puede que sea cierto—que sí exista el Chupacabras—, pero se necesita evidencia para probarlo. También pasa al revés, cuando se asume que algo es falso solo porque no se puede comprobar. Como, por ejemplo, al presumir culpable a alguien, por mera falta de evidencia para demostrar su inocencia y no por evidencia contundente de su actividad criminal. Dilema que sirve de trama para muchos grandes thrillers. Pensemos (hablando de thrillers) en los dos Secretarios de Gobernación caídos del cielo durante el sexenio de Felipe Calderón. Al no demostrarse con absoluta certeza que estas fatalidades fueron accidentes, se asume fácilmente que no lo fueron. Es posible, e incluso probable, que no hayan sido accidentales; y las sospechas se ven nutridas por el hecho de que ya van dos Secretarios de Gobernación con muertes similares. Sería mucha coincidencia, pero la sospecha y la ausencia de corroboración de lo contrario no son evidencia suficiente. En forma de argumentum ad ignorantiam esto se vería así:
  • Como no puedes demostrar que las muertes de los Secretarios de Gobernación fueron accidentales.
  • Entonces las muertes de los Secretarios de Gobernación no fueron accidentales.
La fórmula es así:
    Como no puedes demostrar X


  • Entonces X es falso





  • Esta falacia es una de las preferidas para argüir sobre la existencia de Dios: como no puedes comprobar que no existe, entonces debe existir; y bien se puede responder con la misma falacia: como no puedes comprobar que Dios existe, entonces debe no existir. Mejor dejarlo así, en “¿quién sabe? y ¿a quién le importa?”. De otro modo los argumentos se fundamentan en los límites personales, vis a vis la ignorancia. Comoquiera, el concepto de Dios se usa mucho para intentar llenar todo aquello para lo que no se tiene explicación. Pero de nuevo, el que algo no tenga explicación no lo vuelve divino, sino meramente inexplicable, (de momento). Aquí es cuando se confunde a la ignorancia propia con la divinidad. ¿Qué divinidad sería posible concebir si esta ignorancia no fuese su base?



    Las teorías de conspiración suelen funcionar así también, como un intento por explicar todo con una trama cohesiva. Es algo así como un resistol simbólico para que todo tenga nombre y sitio y parezca que hay algo, sea lo que sea, que tiene todo bajo control. Una gran fuerza maléfica a la que pueda responsabilizarse de las incertidumbres que se imponen a la vida humana. Pueden ser: marcianos, el eje del mal, Televisa, los soviéticos, los masones, la CIA, los imbéciles, el área 51, Charles Manson, el capitahismo, Fidel Castro y el Papa y Elvis juntos, o un ejército de androides de Ninel Conde en versión vampírica dirigido remotamente por Carlos Slim… etc. No quita que Televisa y los marcianos sean gandallas (digo el Teletón es, sin dudas, una obra Tele-Reptiliana, ¿verdad?); pero concluir que están a cargo de una conspiración diabólica en base a la falta de evidencia de lo contrario, como argumento no funciona.

    Pero lo contrario tampoco aplica; digo, el que no se compruebe una teoría de conspiración tampoco es evidencia suficiente para decir que no hay conspiración alguna. Pero en materia de conspiraciones, a pesar de tanta paranoia, parece haber más bien mucha confianza. Digo, quien en verdad es paranoico, duda incluso de su propia paranoia, y así comienza a requerir de la lógica. Los paranoicos son, pues, paranoicos mediocres. Sin evidencia no se sostiene un argumento. Y en estos casos de posibles conspiraciones, la evidencia está en otra parte, no en la ausencia de pruebas en contra. Pero esa evidencia, la que sí se requiere para descifrar las operaciones del mundo, solo se encuentra cuando se renuncia a la noción de que ignorar es saber.

    3 comentarios:

    Candia Garibay dijo...

    jajaja, a huevo!!!

    Salvatore dijo...

    Totalmente de acuerdo, la mayoría de las Teorías de la Conspiración carecen de argumentación sólida, y como bien dices se basan en la ignorancia y el desconocimiento.

    Paradójicamente, muchas de estas teorías que tratan de "informarnos", "prevenirnos" e "ilustrarnos", sacándonos de la desinformación; muchas veces teminan sólo por confundirnos y desinformarnos aún más.

    Pienso que hay teorías de lo más interesantes, pero muchas de ellas carcen de pruebas y argumentos de buen calibre.

    fausto dijo...

    Venga, Salvatore. Gracias por la observacion. Saludos.