jueves, 22 de diciembre de 2011

3 libros


Ayer el Independiente de Hidalgo publicó una nota sobre las lecturas que han influenciado a algunos escritores, etc.  Aquí dejo mi aportación original...


Conste que hubiese preferido que la lista incluyese series animadas de televisión y mis números favoritos de las pornohistorietas Almas Perversas. Pregunté al respecto y especificaron "libros libros". Advierto, además, que leer estos libros no me ha necesariamente convertido en mejor (o peor) persona , ni nada de esas virtudes que prometen algunos intelectualoides territoriales en su afán santurrón; la lectura ha sido, en el mejor de los casos un placer perverso..

1. Recuerdo cuando aun niño me propuse leer 1984 de George Orwell. No podía soltar el libro por la intriga que me jalaba en cada página. Pero sobre todo, recuerdo que pasé dos días en una hamaca, después, solo dando vueltas en mi cabeza a lo que había pasado; perturbado por esa noción de que no había salida, no realmente. Pero, ahora que lo pienso no estoy seguro si disfruté o padecí dicho libro. O si disfruté de padecer la paranoia a través del libro. (Agregar: Survivor de Chuck Pahlaniuk, El malestar en la cultura de Sigmund Freud, y tabloides como el Insólito).

2. Después tendría que mencionar los libros de Henry Miller, en especial Primavera Negra. El torrente de gloria ordinaria y erotismo y reflexión rigurosa, deleitable y mundana, es un agasajo. Me quedó la impresión de una escena donde Miller describe mear de noche en una fuente en una plaza en París, y una mujer lo mira desde un balcón. La vitalidad que recorre su narración ha enriquecido notablemente la calidad de mi experiencia personal al mear al aire libre (Agregar: Historia del ojo de Georges Bataille, Banda de Guignol de Celine, y mucho porno en internet).

3. El tercero siempre es el más difícil de mencionar, porque vienen tantos otros libros mejores a la mente que ya hasta tengo ganas de borrar los dos anteriores. La primera vez que leí Sex, Drugs and Cocoa Puffs de Chuck Klosterman me sentí con el permiso de debrayar sobre cualquier tema. Un cruce de ácido barato, reflexión filosófica sobre la cultura y muchos chismes de estrellas de cine. Sus libros mejoran con el tiempo, Eating the Dinosaur es prueba de ello. (Agregar: episodios viejos de Salvados por la campana, los ensayos de David Foster Wallace, y las tetas de Pamela Anderson).
                         
                           

miércoles, 14 de diciembre de 2011

"Si este pueblo se organiza no nos gana Televisa"



Recién publicado en el M Semanal; este texto ha conducido a un amplio debate (más injurias que argumentos, pero algo es algo), y a una "amorosa" colección de insultos personales y demás... Si se lo perdió, aquí va:


La retórica es un campo minado. En pocos casos es esto tan evidente como en el de la propaganda electoral; ya con las campañas presidenciales para el 2012 encarriladas, al observar los argumentos es evidente que se asemejan más a aquellos postulados por organizaciones religiosas que a propuestas cívicas o de gobierno. Observamos cómo se perfila, otra vez, la tradicional retórica del “cambio”; en sintonía con las predicciones mayas sobre el 2012, los partidos presentan discursos con fórmulas de rescate ante un inminente “apocalipsis” y ofrecen, de nuevo, la promesa de un estado de emergencia (de excepción) de aquí a que desaparezca la amenaza. Lo paradójico es que presenten la esperanza de modo desesperado. Quizá, a estas alturas, la desesperanza sería un mejor punto de partida; es decir, un discurso que asuma estas amenazas (violencia, crimen organizado, deuda, corrupción, narcotráfico) como sistémicas e internas, y no provenientes de una extraña fuerza del mal, como se planteó el pasado dos de octubre, cuando en el Auditorio Nacional el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se conformó como asociación civil en pos de lo que ellos mismos definen como “el cambio verdadero”. Tal discurso cuenta con el favor de muchas personas decentes y portadoras de buenas intenciones; sin embargo, esto no basta para lograr una mejoría en las condiciones de vida y el pleno respeto a los derechos de los ciudadanos. Al contrario: el discurso de Morena encajaría con lo que Jonah Goldberg denominó como “fascismo liberal”.
En las primeras décadas del siglo XX el fascismo se presentó originalmente como una ideología estatalista, cuya intención era utilizar la política para convertir una sociedad de individuos en una masa orgánica. Recordemos que Benito Mussolini inició su carrera política como un agitador socialista, y los nazis se conformaron como un partido nacionalista/socialista provisto de un acentuado repudio por la democracia burguesa y respaldado por ideales ecologistas, mitológicos y espirituales. Aun así, el fascismo fue inicialmente entendido como un movimiento social progresista y nacionalista: en su libro Liberal Fascism (Doubleday, 2008), Goldberg plantea que, antes de iniciar la Segunda Guerra Mundial, el fascismo era una doctrina aceptada por los liberales de izquierda en Occidente. Agrega, además, que el sentido peyorativo del término “fascista”, dirigido a la derecha, adoptó ese significado gracias a José Stalin, quien comenzó a usar el término para designar a sus enemigos.
LENGUAJE FASCISTA
Morena también ofrece “regenerar” a la nación con base en un compromiso colectivo, donde los individuos perderían su individualidad a cambio del bien común gracias a una particular identidad nacional, racial o cultural, y uniéndose alrededor de un enemigo común; de la misma forma el fascismo busca depurar los males que causarían la decadencia de la sociedad, ya sean en forma de ideas, personas, instituciones o empresas. Con base en estas políticas de identidad colectiva, y con la urgencia de “limpiar” o “rescatar” a la nación, este tipo de organizaciones buscan situarse más allá del debate público funcionando de manera similar a como lo hacen las sectas, donde el “otro” —el crítico, el escéptico, el disidente— siempre queda cancelado y silenciado por una interpretación del mismo como un enemigo bajo los cánones de la secta. Así, siendo tan obvia la bondad de su discurso, y sumado esto a la emergencia, sólo queda el llamado a la acción, pero no como alternativa sino como ultimátum.
Por algo la letra del himno de Morena —una versión de pop político-evangelista a la Juanes, con su video musical muy al estilo Telehit— dice así: “Vamos unidos a la faena por la regeneración total/ Morena/ La vida pública lograremos regenerar/ Morena/ El pueblo puede salvar al pueblo, ¡tengamos fe!”; de entrada, “el pueblo” figura como una masa demográficamente parcial cuya función es avocarse a purgar de sus imperfecciones al resto de la sociedad. Luego entra en juego la cuestión de la salvación, que conduce, inevitablemente, a la fe: en el caso de Morena se promete “re-ligarnos” con el buen camino a través de la salvación política gracias siempre a la conducción de un redentor o caudillo. La alusión a la fe en el himno remite al modo en que las sectas religiosas prometen resultados siempre diferidos, nunca palpables en el presente, que sin embargo requieren de sacrificios y de esfuerzos por parte de una colectividad que rebasa al individuo, mismo que se pierde en la masa.
Los casos más explícitos de este discurso público generan lo que se conoce como políticas de sentido, por las que los partidos que las sustentan ofrecen gratuitamente un sentido de vida a sus seguidores. Tal como los infomerciales, dan consejos que nadie pide; este modo de prescribir una espiritualidad federal es parte fundamental del fascismo: una religión del Estado, o hacer del Estado una religión. Pero el Estado no tiene porque darle sentido a la vida de un individuo; tiene el deber, más bien, de legislar apropiadamente las instituciones encargadas de salvaguardar las libertades individuales, por las que cada individuo sería responsable por el sentido que le otorga a su propia vida, sin requerir de un Estado paternalista que lo infantilice.
“CREDO” DE LA REPÚBLICA AMOROSA
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) propuso las bases de su proyecto “Fundamentos para una república amorosa” en La Jornada el pasado seis de diciembre: “El amor. Como hemos sostenido, la crisis actual se debe no sólo a la falta de bienes materiales sino también por la pérdida de valores. De ahí que sea indispensable auspiciar una nueva corriente de pensamiento para alcanzar un ideal moral, cuyos preceptos exalten el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza y a la patria”. Pero ¿qué no son los ideales morales valores enteramente subjetivos? El problema con estos discursos moralistas es que subordinan los hechos a sus ideales, perdiendo de vista las mejorías requeridas para el buen funcionamiento del Estado a cambio del justificante de conceptos abstractos. Habrá que preguntarse si AMLO realmente cree en su discurso, o si éste es meramente un esfuerzo de marketing para lograr su objetivo inmediato. Sería más respetable la segunda posibilidad, porque de ser esto genuinamente un credo o una convicción personal, develaría un tremendo menosprecio por los interlocutores ciudadanos: los individuos olvidados en esa amorfa masa orgánica a la cual llama “pueblo”.
El himno de Morena sigue así: “Raza de bronce, de piel morena, pueblo de México en general/ Si este pueblo se organiza no nos gana Televisa” (…) “Morena imagen. Guadalupana morena. Madre de la nación, protege la lucha mexicana, cuida las urnas en la elección”. Aparte de la apelación a una particular identidad racial y a la iconografía religiosa de la Virgen de Guadalupe, la trama es digna de una telenovela de Televisa de las que tanto reniegan: una batalla entre buenos y malos empecinada en reducir la complejidad de los factores a un simplismo brutal. Para saber quiénes son los buenos y quienes los malhechores, basta con mirar su Eje del mal, una lista de 30 personas influyentes en México que designan como La Mafia, causantes, según la amorosa Morena, de todos los males.


No se olvida que en un país como éste, con monopolios mediáticos, cabe considerarse seriamente el rol de los medios en la construcción de la democracia; tanto como resulta crucial reexaminar los modelos de mercado que hoy en día operan parasitariamente. Pero, paradójicamente, sólo es posible asumir este reto sin idilios caudillistas megalómanos ni utopías, sino con una postura más analítica y menos reactiva. A pesar de tanto sospechosismo en el discurso de Morena, me pregunto por qué a sus miembros no les parecen también sospechosas sus convicciones: se erigen como poseedores de la verdad y, tras haber descubierto el hilo negro, están dispuestos a desengañarnos de las maniobras de las televisoras, de las empresas, de los poderes fácticos o de cualquier político que no sea el suyo en una tremendamente organizada conspiración que los ataca por ser buenos, y donde cualquier crítica no es crítica sino parte del complot. A los fieles de Morena no parece quedarles otra sentencia que aquella que dictó Jacques Lacan a los estudiantes que protestaban en 1968 en Francia: “Quieren nuevos amos, y ¡Los tendrán!”.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Arqueología del choro

Un pedazo de la Arqueología de la Falacia.  Aquí va el primero: Argumentum ad hominem...



Discutir sin llegar a mentadas de madre, golpes o el cultivo de resentimientos es un arte. Uno para el cual aún me considero un amateur. Por ello, muchas veces encuentro preferible –más bien, no puedo evitar- cantinflear o cambiar el tema. La lógica tiene sus límites, claro; mucho de lo que vivimos, ya sea por su vitalidad o infinita complejidad, no cabe dentro de sus bordes racionales. Pero la información que a diario ingerimos puede resumirse en silogismos; es decir, en modos de argumentar. Cláusulas que sumadas derivan en conclusiones. Algunos argumentos son válidos y otros sencillamente no. Punto. Sin embargo, hay muchos argumentos que aunque parecen válidos, no lo son.

Quise aprovechar este espacio para hacer un repaso de las formas de un argumento. Además, a menudo pienso que de las pocas cosas relativamente subversivas que aún pueden establecerse institucionalmente (que no involucren carnavales con orgías mágicas y/o movimientos musicales/hacker armados), sería la de promover cursos básicos de lógica. No me refiero únicamente a teorías de conjuntos y la suma de verdades y falsedades, sino más bien al estudio de las falacias; es decir, argumentos que llegan a conclusiones erradas o cuyo modo de llegar a dichas conclusiones está truqueado. Me parece particularmente propicio dado que al estudiar los modos errados de argumentar se despojan, en el mejor de los casos, muchas sobras de distorsiones cognitivas (exageración, superstición, foreverismo etc.). Esto podría resultar en información mejor formulada y más atinada. Comoquiera, y asumiendo las tantas multi-buti-distorsiones que habrá de mi parte, aquí va la primera modalidad de falacia:

Argumentum ad hominem. También conocido como “Argumento contra el hombre”, (o bien: “acabas de hacer de esto algo personal, ojete”). Esta falacia se dedica a tratar de invalidar un argumento por medio de atacar al autor o emisor del mismo. La idea es derrocar sus argumentos poniendo en juego su reputación. Los medios son muy aptos para esto, casi tanto como los despotriques de tocador. Es un ataque a la persona sin tocar el argumento, vamos. Por ejemplo, supongamos que tú opinas que Paco Stanley no era tan chistoso, a lo cual alguien te responde, “claro, tú dirías eso porque no te gusta la coca”. El que ingieras o no perico no basta para determinar si un comediante tiene o carece de gracia. Aunque la situación como tal puede resultar cómica. El problema es que ya estamos hablando de tu hipotético consumo de cocaína y no de las aptitudes como cómico de Paco Stanley (y eso era importante, ¿no?).


Visto como un silogismo se vería así:


  • -Tú: Paco Stanley no es un buen comediante.

  • -El otro wey: Tú opinas eso porque no te metes coca.

  • -Conclusión: Paco Stanley sí es un buen comediante.

    La formula sería:

  • -Sujeto A opina X.

    -Sujeto B opina que Sujeto A es inadecuado.

  • -Por ende X es falso.


  • La falacia consiste en que sacar un dato irrelevante sobre quien argumenta, no es evidencia suficiente de que su argumento es falso.

    Otro ejemplo del argumentum ad hominem es el uso del escándalo sexual para quebrantar la credibilidad de alguien, y así, por añadidura, tronar sus argumentos. Pienso, por ejemplo en el caso de Anthony Weiner, un diputado del noveno distrito en Nueva York, quien por parte del partido demócrata se postulaba para la alcaldía de la ciudad en las siguientes elecciones del 2013. Es probable que dado sus méritos y trayectoria, Weiner hubiese ganado la contienda. PERO el 27 de mayo, 2011, se le armó un lío por enviar una imagen de su miembro (pene) a una mujer (adulta) vía un mensaje (personal) en Twitter. Tony Weiner lo negó públicamente durante unos días, para luego retractarse y declarar que “intercambió mensajes y fotos de naturaleza explícita con seis mujeres en los últimos 3 años”. Ya la foto circulando por la red, ¿qué le quedaba?


    El argumento se vería algo así:


  • -Yo sería un buen alcalde.


  • -Tú le enseñaste un retrato de tu pene a una mujer (quien parecía coquetear contigo vía mensajes privados en Twitter).


  • -Por ende no serías un buen alcalde.

  • Ahora, haciendo a un lado la ironía de que el tipo se apellida Weiner, que suena igual que wiener, es decir “salchicha” en inglés coloquial, y en alemán aludiendo a la salchicha vienesa. Y no es que no exista una relación, prácticamente freudiana, entre su apellido y su sintomático caso. Comoquiera, de Weiner solo se sabe que enviaba fotos de su paquete y eso bastó para obligarle a renunciar. Habiendo tantos políticos (y curas) de los cuales se tiene amplia evidencia de abusos, y nada, siguen en sus puestos, esto resulta curioso. ¿Cuáles serán los motivos para que esto sea así? Es como si a través de tales actos de impunidad reafirman su poder ante el imaginario de una nación; como si mostrando cuan astutos son comprobaran merecer sus privilegios. El único problema con Weiner es que no mostró tener esta impunidad. Sea cual sea el caso, no se puede determinar si Weiner hubiese sido o no un buen alcalde por sus hábitos de sexting. No obstante, se destituyó su campaña y sus propuestas en base a un ataque personal. Argumentum ad hominem.

    martes, 22 de noviembre de 2011

    imaginando a Zapata


    A propósito del aniversario de la revolución mexicana, un texto recién publicado en el M Semanal torno a la apropiación y usos de iconos revolucionarios, en un afán por cuestionar la validez, y eficacia, actual de ciertos leyendas.
      
    Ahora que se perfilan las campañas electorales del 2012 en pos de la Presidencia de la República, nos esperan meses de calles atiborradas de lonas y demás miniproducciones políticas emanadas de los medios; de distintos modos de presentar las supuestas revoluciones que habrán de venir. Si bien la contienda electoral se plantea bajo la retórica del menor de los males, aquella se jugará, sobre todo, bajo los términos de la nueva teología: la publicidad. Lo que se nos ofrece para decidir son imágenes: caras y eslóganes que suponen producir algún pronto efecto, sobre todo algún sentimiento. Conviene analizar la idealización de las figuras públicas, aún empecinadas en ocupar este mítico lugar de caudillos redentores; no puedo evitar conjurar, para dar inicio a esta reflexión sobre las paradojas de la imagen, aquel retrato del Che Guevara con boina y estrella en la frente, con ese look crístico, que ahora, años más tarde, con y sin ironía, es una de las imágenes mejor vendidas de todos los tiempos: un éxito comercial.
    Emiliano Zapata es un revolucionario devenido icono —por algo se hacía acompañar por un fotógrafo en sus campañas. Aquella imagen típica —el rostro con bigote amplio y los ojos intensos— se observa hoy en un sinnúmero de marchas, pancartas, playeras y pósters de cantina. La imagen se ha vuelto, con el tiempo, un estandarte de la rebeldía, la dignidad humana y la lucha por la tierra y la libertad, tanto como un símbolo de resignación ante un sueño inconcluso. No es gratuito que se considere a Zapata como un visionario con un halo místico. Dentro del contexto del imaginario nacional habremos de encontrárnoslo con los rostros de Marlon Brando o de Alejandro Fernández, en películas como Viva Zapata! (1962) y Zapata: el sueño del héroe (2004), respectivamente. Con un espíritu idealista y tajante, allí se representa a Zapata como caricatura de una versión domesticada del Atila del Sur. Como tal, resulta el protagonista de un cuento de batallas entre el bien y el mal, entre oprimidos y opresores, donde las líneas que los separan y definen son siempre simples y burdas: una telenovela (y no de las buenas), básicamente.
                              
    La leyenda y el icono de Zapata han proliferado con una carga épica desproporcionada. Es un santo, pero “bien machín”, al cual se le piden milagros todavía. Ante esta versión vale la pena revisar el trato que hace de esta figura Armando Ayala Anguiano en su obra Zapata y las grandes mentiras de la revolución mexicana o en el segundo tomo de su México de carne y hueso: lo pinta como un hombre con coraje, pero también como un sujeto con dudas y a la deriva entre muchos intereses, muchos de los cuales ni siquiera comprendía. Dentro de esta investigación, el autor relata los rumores del noviazgo que mantenía Zapata con el yerno de Porfirio Díaz, Ignacio de la Torre y Mier, uno de los protagonistas de aquel infame suceso conocido como “El baile de los 41”: el 17 de noviembre de 1901, en una casa de la colonia Tabacalera, 41 hombres se dieron cita para una fiesta y orgía. Este evento se convirtió en motivo de escándalo nacional debido a una redada donde se arrestó a los 41 sujetos, 40 de los cuales terminaron en campos de concentración de Quintana Roo, sin que jamás se justificara el paradero del número 41, supuestamente Torre y Mier, liberado discretamente por órdenes de su suegro, don Porfirio Díaz.
                                           

    Torre y Mier (a quien también se le considera como el autor intelectual del asesinato de Madero), dicen los historiadores, conoció a Zapata en 1906 en la hacienda de San Carlos Borromeo, y quedó flechado. Un par de años más tarde, Torre y Mier consiguió que su suegro liberara a Zapata de su incorporación forzada al Noveno Regimiento como condena por su rebeldía anterior, después de lo cual se fue a vivir como el “caballerizo consentido” de Torre y Mier en la mansión de éste en avenida Reforma. En su diario, la esposa de Ignacio, hija preferida de don Porfirio, Amada Díaz, relata así los sucesos: “Nacho fue a ver a papá para pedirle la libertad de Emiliano, prometiendo que él vigilaría que Zapata ya no se metiera en política”. Esto no impidió que, pasados unos meses,Miliano se marchara de esa casa para lanzar el Plan de Ayala.
                                                  
    En algunas versiones, Zapata fue liberado del Ejército de Díaz por Ignacio, bajo la promesa de mantenerlo a raya, cosa que no habría podido lograr. Pero en otras versiones Zapata trabajaba para los intereses de Torre y Mier, por lo que habría incendiado cosechas de caña con tal de subir el precio del azúcar que éste importaba de Cuba; en algunas más, Zapata sencillamente no sabía lo que hacía y fue por ello fácilmente manipulado para el beneficio financiero de terceros. En cualquier caso, su preferencia sexual no sería un indicador de sus virtudes o defectos como revolucionario; lo curioso es que éste sea un tema tan acaloradamente debatido aún.
    Porque la sexualidad de Zapata no es un dato irrelevante para la historia nacional, dado que su imagen es un icono internacional de la Revolución, de virilidad y de coraje, que bien puede servir a la destitución de ciertos mitos aún rampantes sobre la masculinidad y los usos del placer. Quizá por ello sus defensores históricos se empecinan en invalidar su homosexualidad, tanto como los incrédulos de sus méritos insisten en ello, aunque en cuanto a la Revolución se refiere, es un dato casi inconsecuente en relación con los problemas que suscitó el reparto agrario y el sindicalismo, aún imperante, que se formó a finales de la Revolución. Más que considerar los desplantes ideológicos de estas tramas revolucionarias, habría que observar, sencillamente, los intereses y ganancias que se suscitaron por estas batallas. La guerra es también, y sobre todo, un negocio —para algunos más que para otros. Es la visión que presenta Ayala Anguiano en su Zapata y las grandes mentiras de la revolución mexicana, en un intento por revisar los hechos y sus consecuencias sin el estorbo del exagerado encanto de las figuras.
                                                          
    Así, en el libro de Ayala importa menos quién ejerce o ejercerá el poder que en qué consiste ese poder y las instituciones que son su vehículo. ¿Será que la Revolución es mucho menos glamorosa de lo que se pretende? Para narrarla no hace falta una epopeya, y menos ahora que hay tan buenas series de televisión. La bisexualidad de Zapata es importante sólo en este sentido: en que los hechos tengan mayor validez que las ideas sobre cuáles deberían ser los hechos mismos, o en que sea mayor el peso de las condiciones de vida que el de las ideas que tenemos sobre ellas.
    Porque, además de anacrónicos, tantos de estos iconos, ya asimilados por los vencedores, son símbolos, sobre todo, de la ineficiencia de estos últimos: estandartes fallidos, como el del agrarismo mexicano.

    lunes, 10 de octubre de 2011

    Redención por transacción

    reportaje sobre las maniobras del tele-evangelismo al estilo Pare de Sufrir, recién publicado en Milenio Semanal




     Es más complicado transportar dinero que narcóticos. No es metafísica, es una mera cuestión de volumen y rastreabilidad, pero mientras haya dinero por lavar no faltará quien lo siga intentando.

    Desde Richard Nixon y su “guerra contra las drogas” se dispensa en este ámbito una política de espectáculo, por la cual se exhibe la captura de sicarios junto a toneladas de sustancias ilícitas. Pero esto tiende, sobre todo, a oscurecer lo esencial: quién gana, cuánto se gana y dónde termina el dinero. Esto aplica también para los casos donde las drogas que se ofrecen son ideológicas, y a su vez sirven de fachada para encubrir sumas provenientes de actividades ilícitas. Nada como un dilema moral para distraer de una solución práctica: en otras palabras, para negocio, las religiones.
    El pasado 12 de septiembre el Ministerio Público Federal de Sao Paulo, Brasil, levantó una denuncia en contra de Emir Macedo, obispo principal de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), junto con tres de sus colaboradores, entre ellos el ex congresista Joao Batista Ramos da Silva. Los cargos son: fraude, falsificación, evasión fiscal y lavado de dinero en la forma de organización criminal. El caso se levantó, en particular, en relación a 235 millones de dólares ilegalmente transferidos de Sao Paulo a Estados Unidos por medio de una casa de cambio. Los cargos deben distinguirse claramente entre sí, ya que las cantidades que la IURD obtiene por medio de estafar a sus seguidores no necesariamente son las mismas que se lavan.
    Sobre la denuncia por fraude, el procurador Silvio Martins Oliveira declaró que el dinero obtenido de los fieles se consigue por medio de “falsas promesas y amenazas de que el alivio espiritual y físico sólo llega a quienes se sacrifican económicamente por la Iglesia”. Es notable cuánto empata esta declaración con las palabras de Macedo, fundador de la IURD: “Quien no paga diezmo, le roba a Dios”.
    LOTERÍA Y SUPERSTICIÓN
    La IURD, mejor conocida como “Pare de Sufrir” por sus programas evangelistas en la televisión abierta, ha tenido una expansión apabullante. Desde sus primeros servicios en una funeraria al norte de Río de Janeiro en 1977, hasta ahora, apenas 34 años más tarde, suma en sus filas unos ocho millones de seguidores dispersos en 180 países del mundo. Edir Macedo, su fundador, trabajaba como cajero en la Lotería Nacional de Río de Janeiro en los años sesenta, cuando se unió a una Iglesia pentecostal llamada “Nueva Vida”. En 1974 comenzó a predicar en su primer ministerio, “Cruzada del camino eterno”, y, al ver que tenía talento, un año más tarde fundó el “Salón de la Fe” junto con Romildo Soares, pero tras una disputa terminaron por dividirse, y cada quien fundó su propia iglesia: Macedo la IURD y Soares la Iglesia Internacional de la Gracia Divina.
    La leyenda del cajero de lotería que pasó a operar una iglesia con ingresos registrados de hasta mil millones de dólares al año, funciona como validación del credo neopentecostal por medio de la llamada Teología de la Prosperidad. Además de creer en sanaciones milagrosas, el juicio final y todo tipo de exorcismos, intervenciones místicas y divinas, estas Iglesias promueven la noción de que el éxito en los negocios es muestra del favor divino. En otras palabras, si no te va bien económicamente es signo de que eres malo o pecador, que tienes un demonio o un embrujo en tu vida, donde el favor divino sólo llegará si estás dispuesto a dar hasta que duela, a ofrecer todo lo que tengas a los representantes de Dios. Pero la donación no es la única muestra de fe y voluntad: las iglesias también venden productos milagrosos como agua bendita del río Jordán, partes del manto sagrado, aceite bendito, jabones para limpiarse “los demonios”, etcétera.
    El imperio de la IURD cuenta ya con cerca de cinco mil templos en todo el mundo, 23 estaciones de televisión, 40 emisoras de radio, banco, compañía de seguros, agencia de viajes, una inmobiliaria, una bancada notable de diputados en el Congreso brasileño, un partido político en Portugal y, claro, la casa de cambio Diskline, en una muestra que parece más astucia comercial que don divino.
    Lo que sí es un milagro es que Macedo, con un expediente criminal que data desde su primer encarcelamiento por fraude y charlatanería en 1992, siga libre y operando sin mayores trabas. Más misterio aún si le sumamos una investigación por lavado de dinero y vínculos con el narcotráfico desde 1996; quizá habría que sugerirle considere la estrategia de L.R. Hubbard, fundador de la Cienciología, quien, para permanecer prófugo de la justicia, se retiró a vivir a un barco en aguas internacionales.
    VIERNES DE LIBERACIÓN
    En la entrada al Santuario de la fe, en la avenida Yucatán de la colonia Roma de la Ciudad de México, lo que salta primero a la vista es el cartel enmarcado con el registro de la IURD como asociación religiosa otorgado por la Secretaría de Gobernación. No puedo dejar de preguntarme bajo qué criterios se otorgó en 2001 el permiso SGAR/2499 a una organización con un ya para entonces largo expediente criminal internacional; supongo que será similar al aplicado en Puebla para incluir en el currículo educativo del estado preceptos de la Cienciología.
    Ya entre las butacas de lo que fue el Teatro Silvia Pinal, veo a la gente congregarse ante un escenario típico de telepredicador: parece la sala de un set de televisión. Sobre el escenario un chico toca música solemne en un teclado y arriba, en enormes letras doradas, dice “Jesuscristo es el Señor”. Sin más aparece sobre el escenario un hombre y dice: “A toas persons que tienen un problema en sua vida, venga para acá, pase al frente con suas manos extendidas al cielo, a la casa de Deus”, dice el pastor con marcada pronunciación carioca. Eso da inicio a una dinámica que se repetirá durante todo el servicio: la de “Simón dice”. Las canciones recitadas profusamente infantilizan a los asistentes con frases como “yo estoy perdido, tú eres mi pastor”; el entrenamiento de obediencia inicia con “pon las manos en el corazón, ahora pon las manos hacia el cielo, ahora siéntate, ahora levántate”. Deduzco que luego de suficiente tiempo y repeticiones del ritual se puede lograr que los feligreses obedezcan en muchas otras cosas.
    El famoso diezmo se pide unas cuatro veces durante el servicio, de modos distintos y por motivos varios: en una de las ocasiones se pide que los asistentes pasen al frente a donar dinero, pero siempre en un orden dependiente de la cantidad de la cual se van a desprender. Con frecuencia se habla de brujería y de males, cosa que no deja de parecer una suerte de chantaje. Los trucos de vendedor incluyen el uso reiterado y estratégico de la palabra “Amén” durante el servicio; al principio se usa para hacer afirmaciones sobre la bondad de Dios o el poder de la palabra. Sin embargo, hacia el final del servicio, se exhorta a decir “Amén” para comprometerse a venir nuevamente al Santuario y traer consigo a algún familiar.
    Otro recurso usado es el llamado “anclaje”: cada vez que se tiene una experiencia de catarsis o tras una plegaria se regalan pulseras, oraciones o una rosa, para anclar así la experiencia en un objeto y asegurar que el asistente tenga un recuerdo constante. El momento cúspide de un “Viernes de Liberación” es la histeria colectiva. Las personas, visiblemente desesperadas y dolientes, con las manos sobre la cabeza, son instruidas a “hablar con Deus de seus problemas y pida a ese problema que se vaya de sua vida”; por unos minutos hay dos mil personas que vociferan y gritan al mismo tiempo. Dos mil personas que dejan alguna forma de diezmo, en efectivo, cuatro veces por servicio, en alguno de los cuatro horarios que “Pare de Sufrir” ofrece a diario. Lo increíble es que por estos “servicios” la IURD cuenta con una exención de impuestos.
    PARAÍSOS (FISCALES)

    Como lo he mencionado antes, es crucial diferenciar los cargos por los cuales se ha denunciado a Macedo, ya que la indignación sobre las cantidades que logra extraer de sus feligreses no debe distraer la mirada legal de las sumas derivadas de “donaciones anónimas” susceptibles de ser lavadas. Al observar una organización con sedes en todo el mundo y una gran red de empresas y fachadas asociadas, que además cuenta con las exenciones particulares de una asociación religiosa, no puede dejarse de lado la investigación rigurosa al margen de las nebulosidades místico-mágicas. Ya habiéndose ubicado transacciones de grandes sumas por parte de la IURD destinadas a los llamados paraísos fiscales, resulta irresponsable por parte de las autoridades no indagar a fondo la totalidad de sus transacciones.
    Marcelo Decoud, director para América Latina y el Caribe de la International Compliance Association, advierte: “Yo llamo a esto ‘el lavado perfecto’; las iglesias pueden ser utilizadas o pueden constituirse para ser utilizadas por los cárteles para ejecutar un lavado que no deje rastros, por un lado, y que a la vez permita un alto flujo de lo que es dinero en efectivo”. No obstante, en México, donde la IURD tiene ya más de 100 templos, la Ley Federal antilavado sigue estancada en la Cámara de Diputados porque los intereses de por medio son de un amplio alcance.
    TEOLOGÍA DE LA LEGISLACIÓN
    Por más ridícula que sea la estética y la teatralidad tele-evangelista de organizaciones como “Pare de Sufrir”, no se puede negar su proliferación y sus operaciones. No por ridículos son inofensivos. De entrada, al ofrecer falsas esperanzas, estimulando la superstición, impiden que las personas desesperadas procuren ayuda profesional. Esto es delicado especialmente en casos de patologías mentales como la esquizofrenia o en casos de abuso sexual. Debe reevaluarse en su totalidad la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público considerando con mayor rigor el artículo 8 (II) que delinea entre los deberes de éstas “abstenerse de perseguir fines de lucro o preponderantemente económicos”, así como el artículo 29 (IV), donde se establecen los motivos de sanciones y las procedencia de las mismas requiere una especificación sobre la salud mental y no sólo la integridad física de los participantes. Además, habría que exigir se revaloraren los estándares bajo los cuales la Dirección General de Asociaciones Religiosas otorga el estatus de Asociación Religiosa y, finalmente, concuerdo con el procurador Martins Oliveira en que debe revocarse la exención de impuestos a organizaciones como “Pare de Sufrir”, procurando con ello un mayor rigor en las investigaciones sobre el uso que hacen de sus recursos y los servicios y productos que ofrecen. Pero mientras estas plegarias se conceden, el espectáculo debe continuar…